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Colombia sin bebés: natalidad en picada histórica

En la imagen se ve a un recién nacido

Bogotá, 26 de septiembre de 2025 – En un país que alguna vez se jactaba de su vigor demográfico, las cigüeñas parecen haber tomado vacaciones indefinidas. Colombia enfrenta un declive pronunciado en su tasa de natalidad, con cifras que no solo alarman a demógrafos, sino que plantean interrogantes profundos sobre el futuro económico y social de la nación. Según datos recientes del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), los nacimientos se han desplomado un 31% en la última década, un fenómeno que acelera el envejecimiento poblacional y amenaza con desequilibrar sistemas como las pensiones y la fuerza laboral.

Datos que gritan crisis: de 660.999 a menos de 450.000 en diez años

El panorama es sombrío. En 2024, Colombia registró apenas 453.901 nacimientos vivos, lo que representa una caída del 12% respecto a 2023 y un retroceso drástico del 31,3% comparado con 2015, cuando se reportaron 661.000 bebés. Esto equivale a 207.098 nacimientos menos en una década, una pérdida equivalente a la población de una ciudad mediana como Ibagué. Pero la tendencia no se detiene: datos preliminares para los primeros siete meses de 2025 muestran 243.870 nacimientos, un 6,6% menos que en el mismo período de 2024, aunque el ritmo de caída parece moderarse ligeramente.

Estos números no son aislados. La tasa global de fecundidad –el promedio de hijos por mujer en edad fértil– ha tocado fondo en 1,1 en 2024, posicionando a Colombia como uno de los países con menor natalidad en Suramérica, superando incluso a naciones asiáticas tradicionalmente bajas como Corea del Sur. Lejos del nivel de reemplazo poblacional de 2,1 hijos por mujer, necesario para mantener estable la población sin migración, este indicador revela una «coreanización» de la demografía colombiana, como lo han bautizado algunos expertos.

El DANE, en sus boletines más recientes, atribuye parte de esta dinámica a factores estructurales que han acelerado desde la pandemia. En regiones como Antioquia y el Valle del Cauca, la caída ha sido aún más aguda, con reducciones superiores al 15% anual en algunos departamentos. Si se proyecta esta trayectoria, para 2030 Colombia podría ver menos de 400.000 nacimientos anuales, un umbral que complicaría la renovación generacional.

¿Por qué los jóvenes cierran la fábrica de bebés?

Detrás de las estadísticas frías hay historias humanas. Un sondeo entre lectores de medios como EL COLOMBIANO revela que el alto costo de vida es el principal disuasivo: «Criar un hijo es demasiado caro», responden muchos millennials y centennials. En un contexto de inflación persistente –que en 2024 rozó el 9%– y salarios estancados, el gasto en educación, salud y vivienda se convierte en una barrera insuperable.

Otros factores culturales pesan igual: cambios en los estilos de vida, con parejas más pequeñas o personas optando por la soltería prolongada; priorización de carreras profesionales sobre la maternidad; y un acceso limitado a políticas de apoyo familiar, como licencias parentales extendidas o subsidios para guarderías. «Muchas personas prefieren estudiar o trabajar antes que tener hijos», coinciden los encuestados. La incertidumbre económica, agravada por el desempleo juvenil que ronda el 20%, y las dificultades para acceder a vivienda propia, completan el cuadro.

Expertos como los del centro de estudios ANIF enfatizan que esta no es una anomalía local. Globalmente, la tasa de fecundidad ha caído de cinco hijos por mujer en los años 70 a 2,2 hoy, y se espera que alcance el 2,1 en 2050 –veinte años antes de lo proyectado por la ONU hace una década– antes de descender a 1,8 hacia 2100. En Colombia, esta baja es desproporcionada para su nivel de ingreso per cápita, sugiriendo que factores como la urbanización acelerada y el empoderamiento femenino juegan un rol clave.

El fantasma del envejecimiento: pensiones y economía en jaque

Las implicaciones van más allá de las guarderías vacías. César Pabón, director ejecutivo de Investigaciones Económicas de Corficolombiana, advierte: «Aunque la población total se mantendrá relativamente constante en los próximos 50 años, habrá una recomposición de la pirámide poblacional, con concentración en mayores de 45 años». Esto significa más canas y menos cunas: la natalidad, que en 2018 era de 15,1 por cada 1.000 habitantes, podría caer a 5,8 en 2070, mientras la mortalidad casi se duplica.

Económicamente, el panorama es desafiante. Un envejecimiento acelerado presiona los sistemas de pensiones, ya que habrá menos trabajadores activos para financiar a los jubilados. Según proyecciones de ANIF, para 2070 Colombia podría tener una sociedad envejecida similar a la de Japón actual, con retos en productividad, salud pública y mercado laboral. La fuerza laboral se contraerá, potencialmente elevando salarios pero también inflación en servicios para ancianos. Además, sectores como la educación infantil podrían sufrir recortes, mientras que la demanda de cuidados geriátricos explota.

No todo es doom and gloom. Países como Francia han revertido tendencias con incentivos fiscales y apoyo a la conciliación trabajo-familia. En Colombia, propuestas como bonos por hijo o expansión de la cobertura de jardines infantiles podrían marcar la diferencia, pero requieren voluntad política en un contexto fiscal apretado.

Hacia un futuro incierto: ¿puede Colombia revertir la curva?

La pregunta ya no es si la fecundidad caerá por debajo del reemplazo, sino cuán bajo llegará. ANIF alerta que tasas por debajo de 1,4 podrían generar caídas poblacionales rápidas y persistentes. Para Colombia, con su 1,1 actual, el riesgo es real. Expertos urgen políticas integrales: desde educación sexual accesible hasta estímulos económicos para jóvenes familias.

En resumen, Colombia no está sola en esta crisis demográfica, pero su velocidad de declive –más rápida que en Corea del Sur– demanda acción inmediata. De lo contrario, el país podría enfrentar un invierno demográfico que enfríe su crecimiento económico por décadas. La cigüeña, al parecer, espera señales claras para volver.