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Entre mitos, leyendas y cacao: la finca El Espejo convierte el turismo rural en motor de desarrollo en Chigorodó

Foto: ABC Economía. El camino hacia la finca El Espejo es un recorrido entre mitos, leyendas y cacao. Este es un ejemplo de desarrollo rural en Chigorodó.

Informe Especial por Juan Carlos Santamaría Villota

Apartadó, 1 de diciembre de 2025. El camino hacia la finca El Espejo es un recorrido que parece detener el tiempo. Este es un hermoso rincón ubicado en la vereda El Venado Coímbra en Chigorodó, Urabá antioqueño. Entre árboles frondosos, el canto de las aves y el aire húmedo que trae el aroma del cacao, los visitantes comienzan a entender que aquí no se viene solo a conocer un cultivo: se viene a escuchar una historia. Una historia que tiene nombre propio: Johana Gallego, una mujer que encontró en la tierra, en la tradición y en la resiliencia una forma de transformar el dolor en un propósito.

Nosotros estamos desarrollando la Ruta Turística entre Mitos y Leyendas con Sabor a Cacao”, cuenta Johana mientras se detiene frente a una mazorca madura. “Es una ruta enfocada en todo lo que tiene que ver con el cacao, desde la cosecha hasta la elaboración de nuestro chocolate, haciendo honor a esa tradición ancestral que no queremos que se pierda”. Cada palabra se acompaña con un gesto suave, casi ritual, propio de quien entiende la agricultura como un acto de memoria.

El cacao como herencia y como camino

Johana creció entre cultivos, aprendió a reconocer el momento exacto en que la mazorca está lista y a entender que el cacao es más que un producto agrícola: es una herencia. Pero también vivió momentos difíciles, pérdidas y transformaciones que la llevaron a replantearse el futuro de su familia y de su territorio.

De allí nació la idea de vincular el turismo con la producción agrícola. “Fue una transformación, de un dolor a un propósito”, dice con firmeza. “Queríamos saber cómo íbamos a transmitir los conocimientos que nosotros ya teníamos a las nuevas generaciones. Y lo encontramos en el turismo, mostrando lo que hacemos, cómo lo hacemos, para mantenerlo vivo”.

La vocación agrícola se convirtió así en un proyecto pedagógico, económico y cultural que hoy fortalece la identidad campesina de la vereda El Venado Coimbra.

La experiencia: caminar, cosechar, sentir

En El Espejo, los turistas no son espectadores: son participantes. Desde el primer paso entre los cacaotales, Johana los invita a vivir la finca con todos los sentidos.

“Cuando la gente llega aquí vive una experiencia maravillosa en relación al cacao”, explica. “Hacemos la cosecha, la degustación del grano y todo el proceso de manera artesanal. Aprenden qué tiene que recorrer nuestra mazorca para llegar a convertirse en una chocolatina”.

El recorrido se mezcla con relatos antiguos, historias de la región, mitos y leyendas que le dan profundidad cultural a la visita. Es un viaje que conecta la tierra con la tradición oral.

Y después de caminar y aprender, llega uno de los momentos más esperados: el almuerzo campesino.

“Disfrutan un almuerzo típico hecho en fogón de leña”, dice Johana con orgullo. “Son almuerzos familiares, hogareños, que hacemos con cariño. Es parte de nuestra identidad”.

Un modelo de economía circular campesina

Aunque el cacao es el protagonista, la finca es un ejemplo de diversidad productiva. Entre los cultivos se encuentran plátano, coco, zapote, rambután y otros frutales que sostienen la economía del hogar.

No metemos los huevitos en una sola canasta”, explica Johana con naturalidad campesina. “Si no tenemos producción en una cosa, la tenemos en otra. Eso nos da estabilidad diaria”.

Esta diversificación, sumada al turismo, permite que la familia tenga ingresos constantes y que el proyecto sea sostenible en el tiempo. Es una muestra de cómo las comunidades rurales pueden crear modelos económicos propios, equilibrados y resilientes. Para este propósito han tenido el apoyo de la Alcaldía de Chigorodó, a través de su Secretaría de Turismo, la Corporación Turística de Urabá y Darién y la promoción del Ministerio de Industria y Comercio y Fontur.

Una ruta joven que ya conecta al mundo con el territorio

La ruta turística comenzó a ejecutarse este año y, aunque es joven, ya ha recibido visitantes de Alemania, Francia, distintas regiones de Colombia y habitantes del propio Urabá. Para Johana, cada visita es una oportunidad para mostrar no solo el cacao, sino la historia de la familia y de la vereda.

Se han ido muy complacidos de todo lo que viven aquí”, afirma. “Y creo que estamos logrando nuestro propósito: que la gente venga, conozca lo que hacemos y se lleve un poquito de nuestra historia”.

La finca El Espejo, más que un destino turístico, se ha convertido en un espacio de conexión: entre generaciones, entre culturas, entre el pasado y el futuro de Chigorodó.

Un espejo del campo que resiste y se reinventa

La historia de Johana Gallego es la historia de miles de familias campesinas que, en silencio y con trabajo diario, han sostenido al país durante décadas. Pero es también la historia de una mujer que decidió que la tradición no se perdería, que la tierra tenía algo más que ofrecer y que su finca podía convertirse en un aula abierta, un refugio cultural y una experiencia transformadora.

En El Espejo, cada mazorca cuenta un relato, cada visitante descubre una enseñanza y cada día de trabajo reafirma una convicción: que el cacao, la memoria y el turismo pueden ser motores de desarrollo para el campo colombiano.

Este informe fue posible gracias a una gentil invitación del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, Fontur y la Corporación Turística de Urabá y el Darién