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Crisis de deuda impulsa a Bitcoin al doble de su valor

Bitcoin se consolida como el sexto activo con mayor capitalización mundial, respondiendo a una combinación de factores.

Bogotá, 6 de octubre de 2025. El bitcoin no da tregua y sigue escalando posiciones en un mercado azotado por vientos de incertidumbre. Las preocupaciones fiscales en las principales economías mundiales avivan un fenómeno conocido como «comercio de degradación», donde los inversores buscan refugio en activos alternativos como la criptomoneda reina, el oro y la plata, abandonando las monedas tradicionales. En un año marcado por tensiones presupuestarias, el bitcoin ha duplicado su valor, pasando de 62.000 dólares a más de 125.000, mientras el dólar y el euro enfrentan presiones crecientes por deudas insostenibles y vaivenes políticos.

Este repunte no es aislado: refleja una erosión de la confianza en los sistemas monetarios convencionales, con el cierre del gobierno estadounidense prolongándose y Francia sumida en un torbellino político. El oro tocó máximos históricos el lunes, y la plata rozó récords de 14 años, en una sinfonía de activos que ganan terreno ante la tormenta.

El rally implacable: 100% de ganancia en doce meses

El bitcoin ha protagonizado un año estelar. Desde octubre de 2024, cuando cotizaba alrededor de 62.000 dólares, ha escalado un 98% hasta los 125.481 dólares en el índice CoinDesk, con picos por encima de 125.835 en la sesión del domingo. Solo en el último mes, sumó 8.000 dólares, un avance del 7,2% desde inicios de septiembre, impulsado por flujos masivos hacia fondos cotizados y adopción institucional.

Esta trayectoria no sorprende a analistas: en un entorno de políticas expansivas, el bitcoin se erige como «oro digital», con su oferta limitada atrayendo capitales que huyen de la inflación latente. El cierre de la semana lo dejó cerca de su nuevo techo histórico, consolidando una tendencia que podría extenderse si persisten las turbulencias.

Dólar bajo fuego: Depreciación del 30% frente al Bitcoin

El dólar estadounidense, pilar del comercio global, muestra grietas evidentes. Ha perdido cerca del 30% de valor relativo al bitcoin en 2025, en medio de un índice DXY que toca mínimos anuales por debajo de 100. El shutdown gubernamental, que entra en su sexto día sin resolución a la vista, agrava la situación: el Congreso no logra acordar financiamiento más allá del 21 de noviembre, paralizando servicios y elevando la prima de riesgo.

Esta parálisis presupuestaria no solo frena la economía, sino que acelera la devaluación percibida. Inversionistas institucionales, desde fondos soberanos hasta bancos centrales, diversifican hacia criptoactivos, viendo en el bitcoin una cobertura contra un billete verde debilitado por déficits crónicos.

Europa en jaque

Al otro lado del Atlántico, el euro enfrenta su propia prueba de fuego. Ha caído un 0,2% en la jornada hasta 1,172 dólares, azotado por la crisis política en Francia, donde el gobierno colapsó y el presidente Macron encomendó a su primer ministro saliente manejar sesiones finales en un Parlamento fragmentado. Las elecciones anticipadas de 2024 dejaron un vacío que ahora amenaza con contagio fiscal en la zona euro.

Mercados franceses registraron caídas pronunciadas, con inversores dudando de una «bala de plata» para resolver el impasse. Esta volatilidad se suma a presiones en bonos soberanos, donde rendimientos suben por temores a un rescate costoso, impulsando fugas hacia refugios no tradicionales como el bitcoin.

Deuda global: El motor de la fuga a activos seguros

En el epicentro late una deuda desbocada. Estados Unidos roza los 36 billones de dólares en pasivos públicos, Japón lidia con un ratio deuda-PIB del 260% bajo la nueva líder Sanae Takaichi –la «Dama de Hierro»–, y Europa acumula déficits que superan el 3% del PIB en varios países. Estos niveles, difíciles de manejar sin recortes o subidas de impuestos, erosionan la fe en las monedas fiat.

El «comercio de degradación» captura esta dinámica: mientras gobiernos imprimen más para tapar agujeros, activos con suministros fijos como el bitcoin ganan atractivo. JPMorgan estima que el bitcoin está subvalorado frente al oro, proyectando un potencial de 165.000 dólares si el momentum persiste. Es una apuesta por la escasez en tiempos de abundancia monetaria.

Oro y plata: Récords que refuerzan la narrativa

No solo el bitcoin brilla. El oro irrumpió por encima de 3.900 dólares la onza el lunes, con un pico de 3.973 en la sesión temprana, impulsado por apuestas a recortes de la Fed y refugio ante la incertidumbre global. La plata, por su parte, tocó un máximo de 14 años, escalando un 2% en la misma rueda.

Estos metales preciosos actúan como barómetro: su alza paralela al bitcoin subraya una rotación sectorial hacia «duros» valores. En Japón, donde bonos gubernamentales caen por riesgos fiscales, los flujos hacia oro y cripto se aceleran, diversificando carteras ante un yen debilitado.

Implicaciones para mercados: Volatilidad con oportunidades

La convergencia de estos factores genera volatilidad, pero también puertas. El Colcap colombiano, sensible a commodities, podría beneficiarse si el dólar débil sostiene exportaciones, aunque el contagio de EE.UU. pesa. En América Latina, donde el bitcoin gana tracción regulatoria, adopción minorista podría dispararse.

Para inversores, el mensaje es claro: diversificar más allá de fiat. El bitcoin, con su correlación inversa al dólar, ofrece cobertura; el oro, estabilidad histórica. Sin embargo, reguladores como la SEC vigilan de cerca, recordando que estos refugios no son infalibles en recesiones profundas.

Hacia un nuevo paradigma: ¿Fin de la hegemonía monetaria?

Este ciclo alcista del bitcoin no es efímero: proyecta un mundo multipolar donde cripto y metales compiten con monedas tradicionales. Si la deuda global sigue hinchándose –con Japón y Europa al frente–, el «comercio de degradación» podría institucionalizarse, redefiniendo portafolios.

Colombia, con su exposición a commodities, observa atenta. Mientras el bitcoin ronda 125.000 dólares, el debate sobre su rol en reservas nacionales gana fuerza. En última instancia, estos movimientos no solo mueven precios: reconfiguran el equilibrio de poder económico global.