Manizales, 25 de septiembre de 2025 – Lo que antes estaba destinado a los rellenos sanitarios de Colombia ahora se transforma en oportunidades para los niños de Caldas. La Industria Licorera de Caldas (ILC), a través de su programa Mi Escritorio ILC, ha dado una nueva vida a los envases y empaques de sus productos al convertirlos en escritorios y sillas para 42 instituciones educativas del departamento.
Esta iniciativa, que beneficiará a 1.080 estudiantes, no solo refuerza el compromiso de la empresa con la sostenibilidad, sino que también impulsa la educación y el bienestar social en la región, consolidando un modelo de economía circular que impacta positivamente a comunidades y al medio ambiente.
Un compromiso con la educación y la sostenibilidad
El programa Mi Escritorio ILC, desarrollado en alianza con la Secretaría de Educación de la Gobernación de Caldas, busca dotar a las escuelas más necesitadas del departamento con mobiliario escolar moderno y funcional. En total, se entregarán 360 kits de mobiliario, cada uno compuesto por un escritorio y tres sillas, beneficiando directamente a 1.080 niños. La iniciativa, que forma parte de las acciones de responsabilidad social empresarial de la ILC, alinea sus esfuerzos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, específicamente en educación de calidad, acción por el clima y producción y consumo responsables.
“Con Mi Escritorio ILC reafirmamos que la sostenibilidad no es un discurso, sino una práctica concreta que transforma vidas. Convertir residuos en mobiliario escolar moderno y cómodo no solo reduce nuestro impacto ambiental, sino que además fortalece la educación en Caldas. Este es un ejemplo de cómo la economía circular puede generar valor social y ambiental al mismo tiempo”, expresó Diego Angelillis Quiceno, gerente general de la ILC, durante la primera jornada de entregas.
Un impacto tangible en las comunidades
La primera fase de entregas se llevó a cabo entre el 8 y el 12 de septiembre en los municipios de Manizales, Villamaría, Chinchiná, Palestina, Neira, Filadelfia, Aranzazu, Salamina y Pácora, donde se distribuyeron 108 kits para beneficiar a 324 estudiantes. Las entregas continuarán del 22 al 26 de septiembre en La Merced, Marmato, Supía, Anserma, Viterbo, Risaralda y Belalcázar, con 59 kits para 177 alumnos. Finalmente, entre el 20 y el 24 de octubre, el programa llegará a La Dorada, Norcasia, Samaná, Victoria, Marquetalia, Pensilvania, Manzanares y Marulanda, entregando 193 kits para 579 estudiantes.
Más allá del mobiliario, el programa tiene un componente educativo. Durante las entregas, los niños participan en actividades que les enseñan la importancia de la separación de residuos en la fuente y el potencial de transformación de materiales reciclables. “De esta manera, asumimos que la responsabilidad social empresarial significa aportar al bienestar de la región y demostramos que las empresas públicas pueden liderar con innovación y compromiso social”, afirmó Angelillis Quiceno.
Un modelo de economía circular con impacto social
El programa Mi Escritorio ILC destaca por su enfoque en la economía circular, transformando residuos en recursos valiosos. Desde 2022, más de 3.000 estudiantes han recibido mobiliario escolar a través de esta iniciativa, que no solo mejora las condiciones de aprendizaje, sino que también genera beneficios ambientales y sociales significativos. En colaboración con la empresa Proplanet, encargada de procesar los materiales reciclables, la ILC logró recolectar envases y empaques de sus productos, evitando que terminaran en rellenos sanitarios. Este esfuerzo permitió una reducción de 2.655 kilogramos de CO₂ en la huella de carbono de la empresa, contribuyendo a la mitigación del cambio climático.
El impacto social del programa es igualmente notable. La recolección de los materiales involucró a más de 10.000 recicladores de oficio, quienes encontraron una fuente de ingresos a través de esta iniciativa. Además, el proyecto generó oportunidades para 60 proveedores locales, fortaleciendo la economía de Caldas y consolidando una cadena de valor sostenible. Este modelo demuestra cómo las empresas pueden articular esfuerzos con actores locales para generar beneficios que trascienden lo económico, impactando positivamente en la educación, el empleo y el medio ambiente.
Un legado de innovación y compromiso
La ILC, conocida por su emblemática marca Ron Viejo de Caldas, ha convertido la sostenibilidad en un pilar de su estrategia empresarial. Desde su fundación en 1928, la empresa ha sido un motor económico para Caldas, y programas como Mi Escritorio ILC refuerzan su compromiso con el desarrollo regional. Al transformar residuos en herramientas educativas, la ILC no solo mejora la infraestructura escolar, sino que también inspira a las nuevas generaciones a valorar la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente.
En un contexto donde el sector educativo enfrenta desafíos como la falta de recursos en zonas rurales, iniciativas como esta son un faro de esperanza. Las escuelas beneficiadas, muchas de ellas ubicadas en municipios con alta vulnerabilidad, ahora cuentan con mobiliario que mejora las condiciones de aprendizaje y fomenta la permanencia escolar. Además, el programa refuerza la imagen de Caldas como una región que combina tradición, innovación y responsabilidad social, consolidando su liderazgo en el panorama nacional.
Hacia un futuro más sostenible
El programa Mi Escritorio ILC es un ejemplo de cómo las empresas públicas pueden liderar con propósito, articulando innovación, sostenibilidad y compromiso social. Al beneficiar a 1.080 niños en 2025, la iniciativa no solo transforma residuos en oportunidades, sino que también siembra una semilla de conciencia ambiental en las comunidades. Con las entregas programadas hasta octubre, la ILC continúa demostrando que es posible construir un futuro más equitativo y sostenible, donde la educación y el cuidado del planeta van de la mano.
En un mundo que exige soluciones creativas frente a los desafíos ambientales, Mi Escritorio ILC destaca como un modelo replicable que combina impacto social, económico y ambiental. Para Caldas, este programa es más que mobiliario escolar: es un símbolo de cómo la colaboración entre el sector público, privado y las comunidades puede generar un cambio duradero.














