La decisión del Fondo Monetario Internacional (FMI) de suspender temporalmente la Línea de Crédito Flexible (LCF) de US$8.100 millones ha desatado una tormenta en los mercados colombianos, profundizando las preocupaciones sobre el creciente déficit fiscal del país, que alcanzó el 6,7% del PIB en 2024. Anunciada el 26 de abril de 2025, esta medida ha generado una caída generalizada en los activos nacionales, reflejando la fragilidad de las finanzas públicas y la urgencia de reformas estructurales para recuperar la confianza de los inversionistas.
El impacto en los mercados fue inmediato. Los bonos colombianos denominados en dólares con vencimiento en 2035 retrocedieron un centavo, cotizándose en torno a los 100 centavos por dólar, según datos de Bloomberg. Paralelamente, el peso colombiano se depreció un 0,8%, liderando las pérdidas entre una canasta de monedas emergentes monitoreada por la misma fuente. Esta reacción refleja no solo la incertidumbre generada por la suspensión del FMI, sino también el nerviosismo ante un déficit presupuestario que supera en 1,1 puntos porcentuales la meta oficial del gobierno para el último año.
El FMI, que había advertido previamente sobre el deterioro de las finanzas públicas colombianas, ha condicionado la reanudación de la LCF a la finalización de la consulta del Artículo IV y a una revisión intermedia de las políticas fiscales. Analistas de JPMorgan señalan que los «retrasos en la implementación de reformas fiscales» son la causa principal de esta decisión, destacando la lentitud en la aprobación de medidas para reducir el gasto público y aumentar la recaudación tributaria. José Ignacio López, director de ANIF, enfatizó que «la falta de acción decidida en el frente fiscal está erosionando la credibilidad de Colombia en los mercados internacionales, lo que podría elevar el costo del financiamiento externo».
La suspensión del crédito llega en un momento crítico, cuando el país enfrenta presiones adicionales por la devaluación del peso y el encarecimiento de las importaciones. Aunque el gobierno ha anunciado un plan de austeridad, que incluye recortes en el gasto público y la promoción de una reforma tributaria, los analistas advierten que la implementación efectiva de estas medidas será clave para mitigar el impacto económico. Además, la incertidumbre podría afectar la inversión extranjera directa, que cayó un 12% en 2024, según el Banco de la República.
En este contexto, los mercados colombianos permanecen en alerta, con los inversionistas atentos a las señales del gobierno y del FMI. La capacidad de Colombia para avanzar en una agenda fiscal sólida será determinante no solo para recuperar el acceso a la LCF, sino también para estabilizar su economía y proyectar confianza en un entorno global cada vez más competitivo. Mientras tanto, la presión sobre el peso y los bonos sugiere que los próximos meses serán cruciales para el futuro financiero del país.