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La incertidumbre en Colombia baja en septiembre, pero sigue alta

Foto: Fedesarrollo. La Encuesta de Opinión Empresarial de Fedesarrollo, correspondiente a junio, revela un panorama mixto para el sector empresarial en Colombia.

Bogotá, 8 de septiembre de 2025. El pulso de la economía colombiana parece calmarse. El Índice de Incertidumbre de la Política Económica (IPEC) de Fedesarrollo, ese termómetro que mide las dudas sobre el rumbo del país, marcó 232 puntos en septiembre de 2025. Una caída de 39 puntos respecto a agosto –cuando andaba en 271– y 42 menos que en el mismo mes del año pasado, que llegó a 274. No es para lanzar cohetes, pero sí un respiro. Porque, mire, este índice lleva 84 meses por encima del promedio histórico de los años 2000 a 2019, que era un plácido 100. Colombia, al parecer, no termina de sacudirse esa sombra de dudas.

Fedesarrollo lo construye mes a mes, con un ojo en los medios. Cuenta palabras clave en noticias para captar no solo el ruido general, sino cómo se filtra en sectores como el agro, la industria o las finanzas. Es como un escáner de la prensa: si «crisis» o «reforma» saltan en cada página, el índice sube. Y ha registrado picos que duelen recordar: la emergencia de 1996, con sus toques de queda económicos; la debacle de 1999, cuando los bancos tambaleaban; la hemorragia del petróleo entre 2014 y 2016; el mazazo de la pandemia en 2020; o ese octubre de 2022, cuando la prima de riesgo se disparó como un cohete.

Pero septiembre trajo un leve sosiego. ¿Qué se cuece en las noticias? El 52% giró en torno a política económica, social y geopolítica –esas discusiones eternas sobre presupuestos, reformas y tensiones internacionales–. Le sigue la actividad económica, con un 18%, que habla de producción, empleo y ese vaivén del PIB. Otros temas, como el clima o lo misceláneo, suman 12%; seguridad, otro 12%; y variables financieras –tasas, dólar, bolsas– cierran con un 6%. Nada nuevo bajo el sol, pero con giros.

Comparado con agosto, la seguridad ganó terreno: subió 3,7 puntos porcentuales. ¿Culpa de titulares sobre orden público, quizás? Mientras, la política económica y sus primas sociales y geopolíticas perdieron fuelle, 8 puntos menos. Un alivio, tal vez, si las discusiones se calman. Y mirando un año atrás, la seguridad otra vez protagonista: +3,3 puntos. En cambio, la actividad económica se contrajo 3,7 puntos. Como si el motor productivo del país, ese que mueve fábricas en el Valle del Cauca o cafetales en el Eje Cafetero, hubiera pasado a segundo plano en las portadas.

Un índice que no miente: ecos del pasado en el presente

Estos números no flotan en el vacío. El IPEC es más que un gráfico en un informe; es un espejo de cómo la gente –empresarios en sus oficinas, familias en sus mesas– percibe el horizonte. Piense en 2020: el índice se disparó con la COVID, reflejando el pánico de cierres y subsidios improvisados. O en 2022, cuando la prima de riesgo –ese costo extra por prestarle al país– tocó techos que asfixiaron inversiones. Hoy, con 232 puntos, estamos en zona alta, pero bajando.

Fedesarrollo lo dice claro: el enfoque sectorial del índice ayuda a desmenuzar el lío. No es solo macro; es cómo la incertidumbre pega en el comercio minorista de Bogotá o en las exportaciones bananeras de Urabá. En septiembre, ese 18% en actividad económica podría aludir a datos de empleo tibios o a la inflación que, aunque domada, aún muerde en la canasta familiar. Y la geopolítica, con sus 52%, no ignora el ruido global: guerras lejanas que encarecen el trigo, o elecciones en EE.UU. que podrían mover el dólar como un péndulo.

Sin embargo… no todo es rosa. Llevar 84 meses por encima del promedio histórico grita cronicidad. Colombia, con su volatilidad endémica –de El Niño a reformas fallidas–, parece atrapada en un ciclo de dudas. Empresarios postergan máquinas; familias, grandes compras. El IPEC lo capta: si las noticias gritan «incertidumbre», el consumo se frena, el inversión se esconde.

¿Qué sigue? Un ojo en octubre y más allá

Para octubre –que ya asoma con el dato del 8–, el índice podría seguir bajando si los titulares viran a lo positivo: tasas de interés en descenso, exportaciones al alza. Pero la seguridad, que gana peso, es un termómetro sensible. Fedesarrollo, con su rigor académico, nos invita a no bajar la guardia. Este índice no predice el futuro, pero ilumina el presente.

En fin, septiembre 2025 deja un sabor agridulce. La incertidumbre cede terreno –39 puntos no son moco de pavo–, pero el camino es largo. Para un país como el nuestro, donde la economía es tan humana como un mercado en domingo, estos números importan.