Bogotá, 6 de octubre de 2025. El turismo colombiano cierra el primer semestre con una cifra que hace historia: 3.137.210 visitantes no residentes llegaron al país entre enero y agosto, el mayor volumen registrado en la última década para estos meses. Este repunte del 5,3% frente al mismo período de 2024 confirma a Colombia como un imán regional, impulsado por su biodiversidad, cultura vibrante y oferta diversa. En un año de recuperación global post-pandemia, estas números no solo celebran un auge, sino que apuntalan una industria clave para la economía, con proyecciones que apuntan a más de 530.000 reservas aéreas hasta febrero de 2026.
El sector, que representa cerca del 3% del PIB nacional, ve en estas llegadas un motor de empleo y divisas. Mientras el mundo ajusta ritmos tras turbulencias geopolíticas, Colombia se erige como destino resiliente, alineado con las estimaciones de ONU Turismo de un crecimiento global del 5%.
Llegadas sin precedentes
La marca de 3.137.210 turistas no es casualidad. Supera en volumen a periodos previos, incluso aquellos con tasas de crecimiento más agresivas, y refleja una consolidación sostenida. En comparación con 2024, el salto del 5,3% puede parecer moderado, pero el impacto absoluto es monumental: miles de vuelos adicionales, hoteles llenos y rutas turísticas revitalizadas.
Este récord se distribuye de manera equilibrada: ciudades como Bogotá y Medellín lideran en visitantes urbanos, mientras Cartagena y San Andrés capturan el encanto costero. La diversidad geográfica –de la Amazonia a los Andes– juega a favor, atrayendo perfiles variados en un mercado donde la competencia regional se acentúa con rivales como México o Perú.
Proyecciones firmes: 530.000 boletos aéreos en el horizonte
La inercia positiva no frena. Para el tramo septiembre 2025-febrero 2026, ya se acumulan más de 530.000 reservas aéreas, un 5,2% por encima de 2024 y otra cifra inédita. Estas previsiones, basadas en datos de aerolíneas y agencias, sugieren que el año cerrará con al menos 4,5 millones de llegadas, superando metas gubernamentales.
Factores como la conectividad aérea mejorada –con nuevas rutas desde Europa y Asia– y campañas de promoción en mercados clave como Estados Unidos y Brasil sostienen el optimismo. Si las tendencias globales se mantienen, Colombia podría capturar una porción mayor del pastel turístico sudamericano, estimado en 200 millones de viajeros anuales por la OMT.
Los motivos que impulsan el viaje
El turismo de ocio domina con holgura: el 73% de las reservas aéreas responden a motivos de placer, desde playas caribeñas hasta safaris en el Chocó. Le sigue el reencuentro familiar y con amigos, con un 11%, un segmento que crece por la diáspora colombiana en el exterior.
Los viajes grupales ocupan el 8%, impulsados por incentivos corporativos y bodas destino, mientras los negocios cierran con 7%, un rubro en ascenso gracias a ferias como Anato o ProColombia. Esta mezcla revela un turismo maduro: no solo escapadas, sino experiencias inmersivas que prolongan estancias y multiplican gastos locales.
Embajadores del destino
Más allá de las cifras, el impacto trasciende lo cuantitativo. «Aunque las cifras que está reportando Colombia son importantes, nos satisface ver también que quienes nos visitan están siendo embajadores de nuestros destinos y están también motivando a que más extranjeros nos elijan como su próximo destino», afirmó Paula Cortés Calle, presidenta ejecutiva de la Asociación Colombiana de Agencias de Viajes y Turismo (Anato).
Esta difusión orgánica, amplificada por redes sociales y reseñas en plataformas como TripAdvisor, genera un círculo virtuoso. Turistas satisfechos no solo regresan, sino que influyen en pares, elevando la visibilidad de joyas ocultas como el Eje Cafetero o la Sierra Nevada.
Impulso económico: Divisas y empleo en marcha
El turismo no es solo postales; es motor económico. Cada visitante inyecta en promedio 1.200 dólares, sumando miles de millones en divisas que estabilizan la balanza de pagos. En 2025, el sector podría generar 2,5 millones de empleos directos e indirectos, desde guías en la Tayrona hasta chefs en Bogotá.
En regiones vulnerables, como la Costa Caribe, estas llegadas revierten dinámicas de pobreza: hoteles boutique en Santa Marta o eco-lodges en Nuquí canalizan ingresos a comunidades indígenas. El gobierno, a través de ProColombia, invierte en sostenibilidad para evitar el overturismo, equilibrando crecimiento con preservación.
Desafíos en el horizonte: Sostenibilidad y competencia
Aun con el entusiasmo, quedan pendientes. La infraestructura aeroportuaria, como El Dorado, enfrenta congestiones, y la conectividad rural necesita upgrades para capturar más del mercado interno. Además, fluctuaciones cambiarias –con un dólar por encima de 4.200 pesos– podrían encarecer el destino para europeos.
Sin embargo, la dirigencia gremial ve oportunidades. «Colombia hoy es un importante destino y punto de encuentro. Estos resultados evidencian que el país mantiene un dinamismo turístico y que se proyecta como uno de los más destacados impulsores de la economía», remató Cortés Calle. Con políticas como el visado electrónico y paquetes integrados, el país se arma para competir en un 2026 de megaeventos, como la Copa América.
En resumen, estos 3 millones de visitantes no son un pico aislado, sino la cima de una montaña en ascenso. Colombia, con su calidez y contrastes, se consolida como estrella turística, donde cada llegada teje hilos de prosperidad y orgullo nacional.














