Medellín, 4 de octubre de 2025 – Cuarenta y cuatro años después de su última edición, la Bienal Internacional de Arte de Antioquia y Medellín (BI_AM) irrumpió con fuerza en el antiguo edificio de Coltabaco, convocando a más de 700 líderes artísticos, académicos, diplomáticos y empresarios. El gobernador Andrés Julián Rendón, en un acto cargado de simbolismo, declaró abierta esta plataforma que se extiende por 15 municipios del departamento, inspirada en el himno antioqueño de Epifanio Mejía: «La libertad». Más que un evento cultural, la BI_AM se perfila como un catalizador económico en un Antioquia que apuesta por el «turismo creativo» para generar 50.000 empleos y un impacto de 2 billones de pesos anuales en el sector. Con 400.000 visitantes esperados –30% de fuera del país–, esta bienal no solo revive una tradición, sino que inyecta oxígeno a una economía regional que crece al 3,2% impulsada por la cultura y el patrimonio, indicó Rafael Tamayo, Gerente General de la Bienal de Arte 2025.
Organizada por la Gobernación de Antioquia vía el Instituto de Cultura y Patrimonio (ICPA) y la Alcaldía de Medellín, la edición 2025 cuenta con un ecosistema de patrocinadores y aliados que refleja la solidez del tejido empresarial local. Entidades como la Fábrica de Licores de Antioquia, Sura, Rappi y el Metro de Medellín aportan no solo fondos –estimados en 15.000 millones de pesos–, sino visibilidad global. «El arte es una ventana a la libertad, pero la de Epifanio Mejía: llevamos el hierro entre las manos porque en el cuello nos pesa», indicó Roberto Rave Ríos, director del ICPA, al enfatizar cómo esta bienal se erige en «una posibilidad de transformación económica, una plataforma para que los artistas vivan de su talento, no de lo efímero».
Un renacer histórico
La BI_AM rememora las ediciones de Coltejer en los 60 y 70, que revolucionaron el gusto estético colombiano al introducir vanguardias internacionales. Tras un hiatus de 44 años –marcado por crisis económicas y prioridades políticas–, su regreso en 2025 es un hito: no se limita a Medellín, sino que irradia a 15 municipios como La Ceja, Jericó, Caucasia y Urrao, fomentando un «turismo descentralizado» que equilibra el flujo económico entre el Valle de Aburrá y las subregiones. «Como en 1968, esta bienal transforma la realidad», proclamó Julián, ante una audiencia que incluyó curadores, coleccionistas y diplomáticos de la Embajada de Francia.
El eje temático, «La libertad», entrelaza arte con identidad antioqueña, posicionando al departamento como hub regional. Aliados internacionales como la Universidad EAFIT y la UPB aportan espacios académicos, mientras locales como el Museo de Antioquia y el MAMM curan exposiciones que enlazan pasado y futuro. Esta red no es casual: genera sinergias que impulsan el mercado del arte, valorado en 500.000 millones de pesos anuales en Colombia, con Antioquia capturando el 25%. «Es un llamado a la cohesión social y proyección global», añadió el gobernador, en un guiño a la diáspora antioqueña que podría atraer inversiones en galerías y residencias artísticas.
Inauguraciones emblemáticas
La agenda inaugural promete imborrables. El sábado 4, el Museo de Antioquia abrió la «Línea Histórica y Maestros», un homenaje a las bienales de Coltejer (1968, 1970, 1972) que introdujeron a figuras como Botero y Negret al canon internacional. Esta exposición, con piezas restauradas y reflexiones curatoriales, enlaza el legado con el presente, atrayendo coleccionistas que podrían generar transacciones por 200 millones de pesos en subastas paralelas. Sedes como el Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe, el Antiguo Edificio de Coltabaco y el Distrito Creativo del Perpetuo Socorro se convierten en nodos vibrantes, mientras espacios universitarios –Sala U de la Universidad Nacional, UPB y U de A– fomentan diálogos intergeneracionales, con talleres gratuitos que empoderan a 5.000 jóvenes en creación artística.
La programación, accesible en bienalantioquia.com, incluye recorridos guiados por murales efímeros, conversatorios sobre «libertad en la diáspora» y foros con artistas como Virginia Valley Sound System, cuyo cierre en Coltabaco fusionó ritmos electrónicos con raíces paisas. La Orquesta Departamental de Antioquia y la Red de Músicas de Medellín abrieron la velada, recordando que el arte no es elitista: el 80% de las actividades son gratuitas, democratizando el acceso en un departamento donde el 15% de la población enfrenta barreras culturales.
Arte como motor
Más allá de las luces, la BI_AM es un llamado a la acción. Inspirada en Mejía –»llevamos el hierro entre las manos porque en el cuello nos pesa»–, la bienal aborda temas como migración, equidad de género y sostenibilidad, con intervenciones en Caucasia y Puerto Berrío que visibilizan realidades subrepresentadas. Roberto Rave lo resume: «No es solo exhibir; es una plataforma económica para que artistas vivan de su talento, con ventas directas y residencias que retengan talento local».
Económicamente, el retorno es tangible. En ediciones pasadas como la FILBo o ArtBo, eventos similares generaron un ROI de 4:1 en inversión pública; aquí, con 15.000 millones presupuestados, se esperan 60.000 millones en actividad inducida. El sector creativo, que emplea a 100.000 antioqueños, ve en la BI_AM un trampolín: becas para emergentes y mercados B2B con galerías europeas podrían elevar exportaciones artísticas en un 20%. En un contexto de posconflicto y transición energética, donde Antioquia invierte 2 billones en cultura para 2025, esta bienal cohesiona: une a 7 millones de paisanos, de la diáspora a los cafetales, en una narrativa de libertad que trasciende lienzos.