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Los desafíos del nuevo secretario general de la ONU

Foto: El Observador

 

Con colaboración de El Observador

La paz: un estado de cosas que se alza como estandarte universal y que, sin embargo, parece muy alejado de la realidad actual del mundo. Esa es la bandera que alzó en su discurso de asunción el flamante secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), el portugués António Guterres.

Con una vasta experiencia en diplomacia y dirigencia política, Guterres se transforma en el primer ex jefe de Estado (fue primer ministro de Portugal entre 1995 y 2002) en dirigir el máximo organismo internacional.

«Hagamos de 2017 un año en el que todos nos esforcemos por superar nuestras diferencias», expresó el diplomático de carrera en su discurso de Año Nuevo dado en la sede de Nueva York del organismo mundial.

El sucesor del surcoreano Ban Ki-moon planteó «poner la paz primero», en un complicado contexto mundial, signado por las crisis en Siria, Sudán del Sur, Yemen, Burundi, Corea del Norte y donde muchos de los mensajes de tolerancia que impulsa la ONU son directamente rechazados por algunas de las figuras más poderosas del mundo, con el nuevo presidente estadounidense, Donald Trump, a la cabeza.

«Esta organización es el pilar del multilateralismo y ha contribuido a décadas de relativa paz. Pero los desafíos están superando ahora nuestra capacidad de responder», aseguró en su defensa Guterres al jurar el cargo el pasado 12 de diciembre. Este 2017, Guterres pidió al mundo que tome «una resolución de Año Nuevo compartida: decidamos poner la paz en primer lugar. La paz debe ser nuestro objetivo y nuestra guía.»

Ante los conflictos, el nuevo secretario general buscará una «diplomacia creativa», según ha dicho, y se ofrece como mediador a todas las partes, tratando de hacer valer su fama como alguien capaz de forjar acuerdos. «¿Cómo podemos ayudar a millones de personas atrapadas en conflictos, sufriendo masivamente en guerras sin fin a la vista?», se cuestionó Guterres. «Las civilizaciones son golpeadas por una fuerza mortal. Mujeres, niños y hombres son muertos y heridos, expulsados de sus hogares, desposeídos y desamparados. Nadie gana con estas guerras; todos pierden», añadió.

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