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Opinión: Lo hermoso es importante

Por: Javier Mejía Cubillos

Twitter: @javiermejiac

E.F. Schumacher, uno de los jóvenes economistas protegidos por Keynes en los años 30s, publicó a comienzos de la década del 70 “Lo Pequeño es Hermoso”. Dicha obra, que se convirtió en un clásico de la economía budista, defendía la bondad de la pequeña producción en el bienestar de la sociedad, en contraposición de la conveniencia del crecimiento basado en la producción a gran escala. Según esto, y de acuerdo al principio aristotélico en el que la belleza ha de ser buena, para Schumacher lo pequeño sería hermoso. Muchos teóricos modernos de la Estética cuestionarían dicha conclusión. Yo no tendría ningún elemento para aportar al respecto. Lo que sí podría decir es que, más allá de los determinantes de la belleza, ésta resulta de la mayor importancia en la vida económica cotidiana.

En primer lugar, la gente prefiere relacionarse con personas hermosas, haciendo de la belleza un elemento que facilita la interacción social y la generación de riqueza. Daniel S. Hamermesh, uno de los fundadores de la llamada Economía de la Belleza, muestra cómo en el transcurso de la vida, asumiendo el salario medio actual, un trabajador estadounidense “bonito” ganaría más de US$230.000 que el promedio. Lo interesante es que esto no parece ser cierto solo para los mercados que ofrecen belleza (el entretenimiento, la prostitución, etc.), sino para prácticamente todos los mercados. Como habría dicho Aristóteles, la belleza vale más que cualquier carta de recomendación.

En aquella evidencia está implícito que la hermosura podría ser utilizada como una inversión. Las personas tendrían incentivos para emplear sus recursos en hacerse más lindos. Aunque ciertos elementos de la apariencia física no son modificables, como la estatura (investigadores de la Universidad de Pensilvania encuentran una fuerte correlación positiva entre los salarios y la estatura), muchos otros, como la dentadura, sí (investigadores de la Universidad de Columbia encuentran en EE.UU. una relación directa entre la salud oral y los salarios).

En esa medida, ha ido surgiendo todo un conjunto de industrias que están dispuestas a ofrecer mejoras en belleza. El mismo Hamermesh, en su libro Beauty Pays, menciona que un estadounidense casado promedio emplea 32 minutos diarios “arreglándose” para salir (bañándose, vistiéndose, peinándose etc.) –un alemán 39 minutos-, mientras que una mujer casada promedio emplea 44 minutos –una alemana 42 minutos-. Además de tiempo, la gente está dispuesta a gastar grandes cantidades de dinero en belleza; para 2008, cerca del 5% del consumo interno en EE.UU. tuvo ese objetivo. Una mujer promedio en EE.UU. gastaría en el transcurso de su vida, según Newsweek, poco menos de US$450.000; en el Reino Unido las cifras son parecidas, £100.000, según el Daily Mail.

En definitiva, la belleza es un asunto importante en la Sociedad; banalizarla es ignorar la realidad. Al igual que otras características del ser humano, como la inteligencia, la belleza es una combinación de fortuna genética e inversión de recursos. No hay argumento moral para que sea la belleza menos digna. La hermosura es un elemento más de la diversidad humana, la sociedad debería aprender a entenderlo así.

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